lunes, 30 de mayo de 2011

Alberto

                                         Cada vez que arremeto contra los Molinos de Viento,emprendo una
                             batalla de corduras.
                                         Yo soy Alonso Quijano y el Molino.



    No se si la vida me dirà que tenès cuarenta años.
    No importa.
    Podrìas tener cien o mil si por tu aspecto de loco amarillento fuera,por tu pelo mal rapado y por tus ojos calientes,en la comuniòn que tenemos con el alquitràn y la nicotina.

   Còmo puede asombrar que no controles tus orines,que no te bañes o que tengas quince dìas puesto el mismo pulòver.

   Què importa ,Alberto,si vos has perdido mucho màs que èso.

   Has perdido la luz,has perdido los espacios,los caminos.Has perdido el perfume del aire.

   Y a cambio,què te han dado ?

   Pastillas,miedos,esperas sempiternas porque nadie viene a verte,tertulias de juego paralelo cuando alineàs las sillas contra la pared cuando empieza tu soliloquio amanecido.

   Y tus tangos,Alberto.Eso.Tus tangos que traen un poco de luz a tu mirada oscura.Y yo,cuando aparezco recortada contra el marco de la puerta.

   Porque vos me esperàs y yo te busco.

   La vida,Alberto,va al encuentro de la vida,sin importarle que transite los caminos de la muerte.

   El loco del cigarro y la loca que escribe poesìa son la misma cosa.

   Por eso te invito a fumar.Y creème que no es cruel de mi parte aùn sabiendo que tus pulmones estàn enfermos.

   Me hago cargo.

   Pongo todo el cuero.

   Y les pido a los mèdicos que por favor me digan en què lugar està escrito que debamos prohibirles fumar a los muertos.
         

No hay comentarios:

Publicar un comentario