martes, 31 de mayo de 2011

El ùltimo lìmite

      
                                                                      La locura es el primer cementerio.


                     El sol ha muerto.

   Llora abril sobre los muelles

mientras cae
                    la lluvia definitiva.

La ùltima verguenza
està tendida
                  sobre las aspas
                                           del molino.

Gira y gira.Y gira.
     Pero èl
en la utopìa creìble
                              de estar vivo
pintò las sàbanas de amarillo
plàntò en cada rincòn un canto gregoriano
acomodò los refugios para el miedo

                 y se sentò a esperar.

 Pero las ideas
                          lastiman los oìdos
y la boca
                          vomita bocanadas
                                                        de sal.
Asomados
                           al silencio
los ojos
                          insisten en mirar.

Aùn en el mundo circular
                                        de la locura
la muerte
sigue siendo
inalcanzable
                   para la voluntad.
Foto: Gerardo Ferrarotti

lunes, 30 de mayo de 2011

Navidad en el Hospicio

                                                 "Sòlo donde hay sepulcros puede haber resurrecciones."
                                                                                                          Nietzche


   Llega la Navidad tambièn para el Hospicio.

   Los locos han preparado el àrbol y el pesebre.

  Han adornado la sala donde penetro despacito,pero me siento profanando el aire mìstico que en exclusividad les pertenece.

  Esta noche serà una noche diferente.

  Van saliendo de las cuevas a tientas,aùn dormidos,ya no necesitan relojes que les ordenen los nùmeros del tiempo.

   Se han vestido de fiesta a pedido del mèdicò.

   Docilidad y calma-rebeldìa,resignaciòn y espera,ansiedad y paciencia,voracidad y abulia,giran desdibujadas por los recònditos laberintos de la mente.

   Una muchacha coloca los platos sobre las mesas lavables,una cuchara como ùnico cubierto,botellones con agua y los vasos de plàstico preanuncian el banquete.

  Rosita se ha puesto un sombrero que era de su madre.

  La abuela Ema,con los ojos cargados de azules y violetas,los labios rojos màs alla de los labios,espera a su hermana.Esta noche iràn a la Retreta.Dos mozos en celo las esperan.

  Mario trae a su hembra entre sus brazos.A ella le arrancarà las notas que como siempre,alegran el loquero.Tiene una cuerda rota,èl la besa,se suelta,el rito se repite una y mil veces.Y èl,que no puede entender que es imposible reconstuirla a besos.

  Yo tampoco .Por eso lo insto a seguir.

  No debiera haber hembra que se resista a tanto homenaje desde adentro.

   Quiero que Medrano coma con nosotros.

   Intento,pido,suplico.Asumo.Puedo.

  Enciendo la luz y le pregunto si quere compartir nuestra mesa.Desde su paràlisis facial adivino un sì.

  Y comienzo el acto màs sagrado de la tierra,desatar correas.Lo libero de agresiones al cuerpo.Lo visto.Lo levanto y le pido que se deje llevar.

  Asì.Asì.Primero un pie.Despuès el otro.Y mi hombro que sostiene el doble de mi peso.

  Primero un pie.Despuès el otro.Es el camino.

  Pero antes de entrar al comedor donde todos esperan,lo llevo al patio y le digo:

- Mirà Medrano,mirà.Esto no pudieron robàrtelo.Alzà los ojos.Ahì està el cielo y una luna de harina que fusiona los rostros de sanos y de enfermos.Abrì los ojos.Abrì la boca para que se preñen tus pulmones de olores y de verdes.

  Con su mano tullida inaugura una flor.

- Ahora sì,venì.Vamos adentro.

Nos sentamos con todos a compartir la cena.

Los vasos que se llenan de migas,las bocas que babean,las manos triturando el alimento.Se disputan el agua,la comida y monologa cada uno su recuerdo.

Alicia aparece,desnuda ,para los ojos de los cuerdos.

Siento la necesidad de encontrar dentro de mì a la mejor diseñadora de la tierra.

Busco una sàbana.Le explico en un sànscrito nuestro.Ella entiende y eleva los brazos.

Su cuerpo es una espiga tenue.Parece una romana..O un Dios griego.Y asì,con su toga de poliester,aparece en la fiesta.

 Estamos todos.Todos.

 Corto el pan dulce en pedacitos y se los alcanzo a Medrano hasta la boca.Con sus ojos calientes agradece mi gesto.

 Y yo,dudosamente la màs sana de todos,no sè còmo devolverle el agradecimiento.

 Brindamos con el agua por la vida.

 Mario grita una canciòn.Y otra.Y otra.

 La noche va muriendo.

 Y todos,con las bocas,abiertas al unìsono,esperan los remedios.

 Quisiera ,Oh Dios,multiplicarme para estar en cada camastro al mismo tiempo.

 Pero la fiesta ha terminado.

Y un silencio de drogas va durmiendo al loquero.

No quiero.Pero tengo que irme.Y sòlo me conforma que partir serà mi primer paso hacia el regreso.

 El pasillo encarcela mis pasos hacia afuera.

 Mis ojos miran por ùltima vez el pesebre y no sè por què,Cristo me parece todavìa despierto.

  Hemos celebrado Navidad.

  Hemos alabado el Nacimiento.

  Pero voy inundada de làgrimas porque Dios ha parido hoy aqui,una ciudad de muertos.


 
 

Los soldados de la medicaciòn.

  Fue una lucha ardua,denodada.

  Yo luchè con mis sueños,mi esperanza,mis ganas de hacer cosas.

   Enarbolè mis fantasìas como un estandarte.Desenraizada,me colguè de una nube para no morir.

   Me temblaron las alas,me crecieron los miedos,se ahogaron las palabras y todo fue una duna gris.

   Una inquietud convicta reverdeciò la marca de dolores antiguos y una mano parida bajo tierra me oprimiò el pecho y estrangulò mi avidez de bocanadas vacìas.

   Y me llegò la noche como una soledad poblada de duendes amarillos.

   Me amurallède sueños entre sàbanas blancas y mi insurrecciòn momentànea me hizo temblar al compàs de los recuerdos.

   Buscaba amanecer en un desborde de cordura alucinada.

   La fastidiosa idolatrìa de la muerte me atrapaba en un tùnel de luz.

   Y llegaron ustedes.

   Y me dijeron basta.

   Me insultaron los sueños,me desfundaron la esperanza,me preñaron de paces,arriaron la nostalgia,me podaron las alas,disfrazaron mis miedos,me concentraron las palabras,me aplacaron la furia y se quedaron de pie sobre mi vuelo.

   Vinieron vestidos de colores a encenderme de luz.

   Se atrevieron a pelear con mis guirnaldas,desde un misil de plata,acorzados,en sus carros de recetas de archivo,invadieron la calma de mi enajenaciòn.

   Sesenta combatientes cada uno me fueron los soldados de la nada.

   Y trajeron licencias poderosas,contraindicaciones,advertencias y pusieron horarios en el libertario reloj de mis latidos.

   Por què me ganaron la batalla de la magia ?

   Por què me oscurecieron el augurio atrincheràndome en corduras escarchadas. ?

   Devuèlvanme la maravilla,el vibrar,el gesto,la palabra,la furia contenida de mis broncas,el llanto bien llorado de mis làgrimas,mi sueño alucinado de poeta,mi irrealidad,mis salud mental contaminada,mis banderas,mis nubes,mis temblores,mi coraje,mi incomprensiòn,mis gritos,mis preguntas,mi estallido de hembra humedecida,mi ilusiòn sin fundamento,mis penas apenadas.

   Doctor,mi general,por favor,hable usted con los ladrones que se quedaron a vivir aquì,en mi casa.

Ana

   No necesitaba desnudarla par poseerla.

   Era de èl.

   Le pertenecìa desde la punta de los pelos hasta la planta de los pies.

   Por eso habìa venido.

   Caminaba lentamente.

   Le gustaba descubrirla cada vez que èl concertaba el encuentro.

   Acariciaba con los ojos el pelo negro,ondeado.Le corrìa el mechòn que le cubìa la cara y la miraba largamente.

   Deleitosamente.

   Despuès,la besaba.

   Con los ojos cerrados,apretados,apoyaba sus labios calientes sobre la boca que se le ofrecìa entreabierta.La lengua iba y venìa acariciando los dientes perfectos,el paladar,queriendo penetrar hasta la garganta,hasta las entrañas de la vida misma.

   No hubiera podido precisar cuànto tiempo duraba el tiempo de los besos.

  Pero era lo que màs le gustaba.Lo que màs lo exitaba.

   Por eso èl trataba de que fuera largo.Largo.

   Despuès,se confundìa.Se le mezclaban los sentidos.

   Siempre le ocurrìa lo mismo.

   La piel encima de la cara,la sal en la boca,los pies clavados en el piso,las piernas tensas y la transpiraciòn por todos los poros de su continente.

    La amaba.

    La amaba con locura.

    Y los encuentros se habìan hecho diarios,permanentes.Eran otra droga.

    Y le pedìa sin hablar que lo tocara,que abriera bien las piernas,que murmurando le contara cosas,y ahì estaba ella.

     Ana.

     Ana.

     Ana

     Mil veces Ana.

     Ya no la veìa.Temblaba.

     Todo giraba en estertores y el no poder eternizar el momento,lo llenaba de làgrimas.

     Y entonces,sì.,las manos como trebolares infinitos,se llenaban de semen.

     De un semen abundante,espeso,,caliente,que pegaba contra las canillas y se desmoronaba lentamente contra la losa cuarteada y amarillenta del lavabo,mientras los golpes en la puerta le anunciaban que era la hora del pròximo electroshock

 

Retrato

                                                          "Nada màs difìcil para el hombre que emprender la senda que lleva a
                                                     uno mismo."
                                                                            Herman Hesse


            Hoy me he puesto de pie para inaugurar mi identidad.

            Y me he puesto de pie frente al espejo que ofrenda despiadado la figura de esta mujer a la que no conozco en absoluto.

             Dolorosas imàgenes me atraviesan la sangre y me presentan la realidad al descubierto.

             Dolorosa resurrecciòn a voluntad desde la vida misma.

             Me he parado desnuda.Como recièn nacida.

             Y me he puesto de pie para negar mi indefensiòn,mi inseguridad,mis miedos.

             Pero debo vivir.Y vivir,viva.

             El espejo me aterra y me aprisiona.Me paralizan unos brazos imantados.No puedo dejar de contemplar esa imagen de terror para mì desconocida.

              Porque yo sè que estoy diluida en ese continente ceniciento.

              Envueltos en nubes de dolor y de ausencias,estàn entre la niebla los poemas,las rosas,la raìz de esta sangre alborotada que de pura soledad està dormida,el temblor de mis alas replegadas.Mi corazòn lleno de nombres me pide la resurrecciòn,mi espìritu endiosador de gestas y juglares,me reclama la vida.

             Soy un plumòn apenas asombrado al asombro.Un ave temblorosa a la que acaban de parirla.

            Pero debo vivir.Y que me sepan viva.

           Resucito,primero,una boca cerrada.

           Tomo un làpiz labial y,despacito,me trueco una mueca colorada por risas.

           Mis manos van desnudas a medias,en infinita comuniòn con la desdicha.Estàn pobladas de alianzas invisibles ,como invisibles son los brazaletes poseedores que la muerte ironiza para enarbolar su tiranìa.

           Las toco,las acaricio,las envuelvo.Pero la luz interior,no vence el frìo.

           Dos o tres pinceladas de rubor sobre mi rostro,pelean con el color de la ceniza.

           Y decido vestirme.

           Las amplias faldas disfrazan las miserias y una blusa demasiado holgada,me protege los pechos aùn dormidos.

           Pero debo vivir.

          Y que me sepan viva.

          Dibujo cuidadosamente mis ojos hermosos.

          Y finalmente,calzo mis zapatos gastados y despacio,muy despacio,trato de volver a caminar.
         
          La claridad habita como nunca mi primera mañana.

         Camino por las calles.Las estreno.Mis pasos virginales profanan las veredas mil veces recorridas.

         Y sorprendentemente advierto que los muertos que van entre los vivos,pueden oìr,aunque jamàs lo entiendan,lo que hablan los paseantes de la vida.

          Y sigo.

          Sigo caminando en busca del camino que me diga si la vida es lo que dejo atràs,o es la luz que no veo todavìa.

          Y sigo caminando.Sigo.

          Pero no avanzo.

          Estoy como los muertos,detenida en la endeblez del tiempo que es absurdo.

          Dios.

         En què lugar se me quedò la vida ?

         



                    
                                           

Raùl

                                                 "  Con sus ojos inmensamente hondos,solos,tristes,bajo el mundo oscuro
                                               del cabello."
                                                                              Enrique Scarpatti



                     Los mèdicos han dado las respuestas.

                     Tu enfermedad me duele en las entrañas con un dolor de vida agonizante.

                     El informe psiquiàtrico avalò las recetas,pero no me conformo.

                     Ninguno de ellos responde a la pregunta que no me deja vivir.

                     Dònde està tu risa,Raùl ?

                     Tu risa echada hacia atràs,explosiva,genuina.Sin contaminar.

                     En què camino la perdiste ?  Què dolor te la robò definitivamente una madrugada ?

                     Yo no puedo encontrarla y mirà que la busco,Raùl.

                      La busco en tu mirada rìgida,en esos ojos que quieren penetrarme para ver màs adentro todavìa,para decirme que buscàs en los mìos la risa perdida.

                     La busco en tus manos inseguras,temblequeantes,en tu cuerpo tieso y multiforme que va modelando la ansiedad.

                      Pero no està,Raùl.

                     La busco en tu soledad,en tus silencios,en tu ir y venir sin ir ni venir desde ninguna parte,en tus dìas sin tiempo,en el rechazo de la gente,en la ausencia de tus amigos.

                    Quizàs te la robo el Halopidol cuando te dejò sin alucinaciones para devolverte al mundo de los cuerdos.
                    O quizàs la matò el electroshock cuando quisieron sacarte de tu estado catatònico.

                    No sè,Raùl.No sè.

                   Quizàs se volviò a meter en el vientre de tu madre.

                   Y alli no puedo ir a buscarla porque nos enseñaron que no somos hermanos porque nos parieron placentas diferentes.

                   Genètica ignorante que no entiende de amores,de pieles,de quimeras,del tiempo compartido desde niños.

                    Hermanos de jugando,de hamacas,de bicicletas,de rayuelas.

                    Por eso sigo y sigo preguntando.

                    Quièn se robò tu risa,Raùl,para dejarte definitivamente triste?

                    Yo sè que gustoso hubieras ofrendado tus manos o las piernas.Porque asì era tu naturaleza autèntica,generosa,expansiva.

                    Pero la risa no,Raùl.La risa,no.

                    Por què te la robaron ?

                    Acaso no sabìan ellos que vos te reìas con el corazòn ?



                    

                                        

V

                                                   En homenaje a todo lo que fuimos.Salud.



             Y me despertaba con la boca reseca y los labios

                                                                                    quebrados

     vaya a saber en què tiempos
     y en què lugares
     y en què cuàndos.

            Y con un haz que mejor hubiera sido un tientas
yo embebìa el algodòn y me mojaba los labios
                                                                      descarnados
y asìmismo leìa tus poemas.


             Y levitaba en drogas de sopor y de fiebre
y leìa,leìa tus poemas.

             Pero quiero decirte
que aunque no hubiera habido luz
ni tientas ni tazones con agua,
yo hubiera vivido igual.

           Porque tus poemas
estaban en mì
sin que yo lo supiera.

          Eran la vida misma
que me desbordaba
y me pedìa
el agua
y la tiniebla.

Domingo en el Hospicio

      
           Llueve.

          Es domingo.Me levanto rutinariamente y con un ojo
   miro a travès del cristal.

           Techos mojados,
         descoloridos.
           La parte alta
      del frente de las casas.

         Prohibidos los ingresos.

    Hubiera muerto esta mañana de no escribir.

    La soledad me ahoga,
me toma con sus manazas por el cuello,
de atràs,
se me instala.
   Me reduce los huesos.

   En cambio la palabra,
su magia irreverente.

   No hay nadie.
Nadie nos vigila.

   Entonces hablo mentalmente
con todos mis queridos.
   Le preparo la leche al màs pequeño.
   Agua para Angela.

   Angela no toma nada en las mañanas.

   Y mis muertos.

   Y mis vivos,

   recorriendo conmigo este domingo gris en el Hospicio.

   Tambièn las medicina
suele darse feriados los domingos.
   Tambièn las enfermeras
y los locos que duermen.

    Y Alberto,
mi amigo de la nicotina,
no ha venido siquiera
para golpear mi puerta,
no ha venido
para pedirme aùn su cigarrillo.


   Làstima.
   Làstima.
Hubiera sido lindo un ruido al menos.
Pero hasta los ruidos han quedado lejos.


   Yo no quiero morirme.
   Yo no quiero morirme y que el silencio
se lleve el privilegio del rito.

    Yo no quiero morirme.

    Me levanto,
abandono la pluma y me pongo a danzar en el silencio.

    Primero despacito,
despacito,primero,en la penunmbra,
casi conmigo misma.

   Despuès
a grandes pasos,
asì,
maravillosamente
conozco todas las danzas de la tierra.


Y trato de cantar.

Sonidos guturales me salen desde adentro.

Y trato de cantar.

Pero no importa.
No importa que no pueda.

Alzo la voz
y en un crisol despierta despacito
el loquero.

Se asoman asombrados.

Es la loca que escribe poesìa la del lìo.

Y se rìen.
Se rìen.
Y yo rìo con ellos.

Por lo menos despertamos cantando
lo que no es una constante en el Hospicio.


Lentamente los llevan.
Lentamente vuelve el pasillo
a su silencio de antes
y vuelvo,lentamente,
yo tambièn a mi pieza.

Tomo un vaso de agua.

Brindo por mis muertos y por mis vivos.

Y comienzo a llorar.

Lenta,
despaciosamente,
me meto la sal de todas mis làgrimas para adentro,
me sorbo los mocos,
me golpeo las sienes que palpitan,
y me quedo
a vivir.

Aunque llueva
y domingue en el Hospicio,
yo estoy
viva.

Todavìa.

Alberto

                                         Cada vez que arremeto contra los Molinos de Viento,emprendo una
                             batalla de corduras.
                                         Yo soy Alonso Quijano y el Molino.



    No se si la vida me dirà que tenès cuarenta años.
    No importa.
    Podrìas tener cien o mil si por tu aspecto de loco amarillento fuera,por tu pelo mal rapado y por tus ojos calientes,en la comuniòn que tenemos con el alquitràn y la nicotina.

   Còmo puede asombrar que no controles tus orines,que no te bañes o que tengas quince dìas puesto el mismo pulòver.

   Què importa ,Alberto,si vos has perdido mucho màs que èso.

   Has perdido la luz,has perdido los espacios,los caminos.Has perdido el perfume del aire.

   Y a cambio,què te han dado ?

   Pastillas,miedos,esperas sempiternas porque nadie viene a verte,tertulias de juego paralelo cuando alineàs las sillas contra la pared cuando empieza tu soliloquio amanecido.

   Y tus tangos,Alberto.Eso.Tus tangos que traen un poco de luz a tu mirada oscura.Y yo,cuando aparezco recortada contra el marco de la puerta.

   Porque vos me esperàs y yo te busco.

   La vida,Alberto,va al encuentro de la vida,sin importarle que transite los caminos de la muerte.

   El loco del cigarro y la loca que escribe poesìa son la misma cosa.

   Por eso te invito a fumar.Y creème que no es cruel de mi parte aùn sabiendo que tus pulmones estàn enfermos.

   Me hago cargo.

   Pongo todo el cuero.

   Y les pido a los mèdicos que por favor me digan en què lugar està escrito que debamos prohibirles fumar a los muertos.
         

domingo, 29 de mayo de 2011

IV

                                   "Fui un desaparecido,el màs ausente,el juntador de formas"
                                                                                                          Jacobo Fijman
                     

                         Habìa parido un àrbol flores blancas.

          Sin dolor habìa traìdo la luz a la vereda de baldosas flojas,gastadas,opacas.Y con sòlo pedirle su regazo,le cubriò sus miserias con un manto de luz.

           Y los niños las confundieron con palomas y jugaron con ellas rondas blancas y las mujeres creyeron que eran sueños y echaron a volar y los mendigos que eran panes.Y los viejos vieron en ellas los recuerdos de la perdida infancia.

          Sin embargo la vereda creyò que la asfixiaban.

          Ayer juntè todas las flores y las llevè para mi casa.





            


                                                                                      

Ausencia

   Has vuelto a la cordura de las formalidades


y he quedado desnuda en medio de la calle


envuelta en las ùltimas luces de la tarde.


He quedado de pie.Inexplicablemente.


Olores memoriosos me vuelven a las venas.


Despacio,muy despacio,imperceptiblemente,


empieza a caminar para buscarte


mi alucinada cordura de poeta.

Hospicio

Hospicio.
Blancura.Silencios.Murmullos.Un grito.El chirriar de una puerta que se abre o que se cierra.Llaves.Dos,tres vueltas.Cadenas.cerrojos.Pasos alfombrados y engomados.El ruido de los pasos,deja atràs la direcciòn.

  Los locos duermen.

 Aunque algunos,no durmamos.

 Pasillos vacìos.Sillones vacìos.Paredes pintadas en tres tonos de verde.Verde primavera.

 Afuera tambièn hay verdes.Verdes que no tienen ninguna comuniòn con los de aquì.Son los verdes que llevamos dentro,aquèllos que nos desbordan aùn en pleno otoño y nos ponen cantarinas las heladas.

 Pero eso es afuera.Acà prima el blanco.Y los locos mugrientos arrastran babeantes sus chancletas mientras van,como una fila de langostas,golpeando sus cachadas vasijas por las paredes terrosas del loquero.

Un loco ha encendido la radio.La mùsica y el ruido de la tinta contra el papel son los  ùnicos puñales del silencio.

   Apaga el receptor.El abandona.
Yo no me entrego.Peleo.

   Creo que me pesa en los huesos esta soledad irreverente.

  Llueven grises,opacos,enmohecidos.Esos son los colores con los que tenemos comuniòn en estos estadios intermedios de la muerte.

   Y la opciòn es traspasar el Blindex y meterme en la vida o  ser un aspa màs en el eterno molino de las sombras.

   Demasiado aburrido.

   Opto por meterme los verdes adentro y por tirar afuera las tinieblas.

   Y fagocito todo.Las flores,los niños,las palomas,el brillo de la llovizna contra el piso,el murmullo mojado de la hoja con su brote recièn nacido,una teja que no se resigna a morir descolorida.

    Y despuès,desde el Hospicio,desde el mundo angustiado de grises en silencio,voy pariendo las flores,un cigarrillo un mate,una masita,el diario,una revista,una tertulia sin levita para ser,definitivamente en el andar de los enfermos,la loca que escribe poesìa.

   Y ellos jamàs sabràn que yo no tuve nunca el privilegio de ir a buscarlo afuera,sino que me alcè en puntas de pie,para mirar detràs de un vidrio.

La otra cordura III

"Demencia.El camino màs alto y màs desierto."
                                                 Jacobo Fijman


     Los muros del Hospicio aprisionan el multiplicador embriòn de la locura.
El cuarto a oscuras.Algunos locos dormidos.otros,con los ojos ifinitamente abiertos.
No es buena cosa morir y seguir vivo atado a una cama,vagabunda la mente en la tiniebla.
La ùnica mano libre giraba con fuerza como desprendida del hombro,extendida en el aire. 
    Le ofrecì mi mano y la expuse desnuda,indefensa,debajo del aspa.
    Fue un instante y brotò el agua de luz.
    Me tomò la mano en un gesto de ternura infinita.Se enlazaron los dedos,se alborotò la sangre y la furia se diluyò por las arterias.
    Asì el agua de luz nos inundò de làgrimas.
   Acaso por la vida.
   Acaso porque una cordura y la otra construìan,por primera vez,el puente que nunca se tendieron.

La otra cordura II

...Todos la misma meta: el vidrio que les transparenta la vida

La vida que les pasa por afuera, por al lado, arriba, abajo.

Pero no los roza.

Ellos se dan cuenta, vuelven al camastro y siguen dialogando silencios con la muerte.

La otra cordura I

Este libro es un grito

El grito silencioso y desesperado

de los hombres solos.